jueves, 6 de mayo de 2010

Funeral del Padre Esteban Wood


"Tuvo que morir el padre Wood para ver policías en Unare"
Vinculan muerte del sacerdote con su labor de recuperar a drogadictos

La comunidad y los sacerdotes le dieron su último adiós al padre Wood (Lesly Martínez/Cortesía)
PUERTO ORDAZ.- Aunque el sector Unare II, zona donde fue asesinado el padre estadounidense Esteban Wood, forma parte de la parroquia con mayor índice delictivo de Puerto Ordaz, para las autoridades policiales el lugar no concentra altos índices de robos o asesinatos.

Sin ahondar en detalles, el jefe de la Comisaría de la Policía de Bolívar en Puerto Ordaz, Osmar García, refirió que en el sector donde ocurrió el homicidio del sacerdote resaltan los casos de violencia familiar.

"En esa zona específicamente no se registran estadísticas altas de robos a personas o hurto de vehículos u otros delitos, allí destacan son los casos de violencia familiar y estamos trabajando en la disminución de ellos", aseguró García.

Notifican que desde la Policía de Bolívar se trabaja junto a los consejos comunales de Unare II para disminuir los tan denunciados casos de violencia en los hogares de los alrededores de la iglesia Sagrada Familia, la misma que la madrugada del pasado jueves fue testigo de la conmoción ciudadana al saber que delincuentes golpearon, asfixiaron, apuñalaron y robaron a quien, por seis años, fue su sacerdote.

Obsesionado por la educación

La necesidad de trabajar el núcleo familiar en el sector de Unare II no es una idea exclusiva de los uniformados regionales, pues quienes trabajaron con el padre Wood aseguran que durante los últimos meses éste orientó su trabajo en la necesidad de rescatar los valores de las familias de Guayana.

"Recuerdo clarito cómo en su última misa se dirigió a los padres presentes para pedirles que cuidaran y educaran bien a sus hijos", narró Marissa Zapata, quien por cuatro años compartió labores con Wood en la Fundación Me diste de Comer, donde alimentan y atienden a indigentes de la ciudad.

Según Zapata, el padre "sabía a lo que se exponía" cuando cada mediodía de todos los viernes lo dedicaba a darle atención a "semidelincuentes e indigentes de esta zona, de los que pudo recuperar solo 5%; los otros, cuando consumen la droga que pueden conseguir, no saben lo que hacen", sentenció.

Zapata dice convencida que el homicida no está entre los necesitados que en algún momento buscaron la ayuda del padre, "confío en las autoridades, sé que ellos si quieren pueden dar con los responsables", apuntó.

Los vecinos aseguran que muchos rumores se han oído en la zona tras el homicidio; sin embargo y aunque las sospechas se dirigieron en un primer momento en contra de "el Jairo" y "Willy" para ellos aún no existen responsables, "no podemos creer que fuera alguien a quien el padre le tendió la mano en la fundación", indican.

Los vecinos aseguran que tras el homicidio de Wood han observado mayor presencia policial, "tuvo que ocurrir esto para que atendieran la zona, Dios quiso que el padre fuera el mártir de Unare y por él se logrará mayor atención", aseguraron.

Para Cristina Suárez, residente de la calle seis de Unare II, la situación en la zona es totalmente insegura, "pero no había pasado de robo a casas, arrebatones o tenernos que meter temprano en nuestro hogar para evitar lo peor, lo que pasó con el padre es lo más espantoso que hemos vivido por acá".

Según Sagú Trin, jardinera de la iglesia, no era la primera vez que el padre enfrentaba los arrebatos de algún "desesperado de por aquí".

El pasado 28 de diciembre "un sujeto le pidió dinero para consumir drogas y el padre se lo negó y fue razón suficiente para que agarrara una piedra enorme e intentara darle en la cabeza al padre", contó la jardinera, destacando que "si el padre Esteban Wood tenía enemigos se los ganó en su empeño de querer que la gente hiciera las cosas bien".

Sailú Urribarrí Núñez
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

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