viernes, 11 de junio de 2010

Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote


En este Año, que el Sumo Pontífice ha providencialmente proclamado, buscaremos todos juntos la referencia a la identidad de Cristo, Hijo de Dios, en comunión con el Padre y el Espíritu Santo, hecho Hombre en las entrañas virginales de María; a su misión de revelar al Padre y a su admirable diseño de salvación. Esta misión de Cristo comporta también la construcción de la Iglesia: El Buen Pastor (cfr. Ju. 19, 1-21), que da su vida por la Iglesia (cfr. Ef. 5, 25). AÑO SACERDOTAL: "Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote" Con ocasión del 150 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, Juan María Vianney, el Papa Benedicto XVI ha convocado un Año Sacerdotal que se iniciaba el pasado viernes, Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. El objetivo de este año es, en palabras del Papa, “promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo”. Así lo explica la carta que ha dirigido a todos los sacerdotes. En su misiva, el Papa reconoce "con devoción y admiración el inmenso don que suponen los sacerdotes, no sólo para la Iglesia, sino también para la humanidad misma". El obispo de Roma también piensa "en las numerosas situaciones de sufrimiento que aquejan a muchos sacerdotes, porque participan de la experiencia humana del dolor en sus múltiples manifestaciones o por las incomprensiones de los destinatarios mismos de su ministerio". Asimismo, la carta de Benedicto XVI denuncia situaciones, "nunca bastante deploradas, en las que la Iglesia misma sufre por la infidelidad de algunos de sus ministros". En estos casos "es el mundo el que sufre el escándalo y el abandono". “Ante estas situaciones, aclara, lo más conveniente para la Iglesia no es resaltar escrupulosamente las debilidades de sus ministros, cuanto renovar el reconocimiento gozoso de la grandeza del son de Dios, plasmado en espléndidas figuras de pastores generoso, religiosos, llenos de amor a Dios y a las almas, directores espirituales clarividentes y pacientes”. Antes de concluir su carta, el Papa deja a los sacerdotes este consejo: "A ejemplo del santo Cura de Ars, dejaos conquistar por Él y seréis también vosotros, en el mundo de hoy, mensajeros de esperanza, reconciliación y paz".

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