lunes, 24 de mayo de 2010

7ª meditación Lo más importante a tomar en cuenta, "las Piedras grandes primero"


6ª del Veni Creator Spiritus

Después de Pentecostés nos proporciona el verdadero conocimiento de JHS. Es una acción profundizadora, es el Espíritu Santo, que nos revela al Padre, y nos regala el sentimiento de ser hijos de Dios. En cada momento pone el grito Abba, nos hace reconocer Hijos de Dios. Esta acción del SS es particularmente necesaria hoy en día, cuando es un “desconocido” en nuestros tiempos, en el sentido que no se reconoce. Mas es la presencia de Dios Padre.

El Espíritu Santo es el gran remedio para reconocer a Dios Padre. El sufrimiento de Dios Padre, como fenómeno, Karl G Jüng hace un psicoanálisis, dice que Dios Padre envía a su Hijo para liberarse del sentimiento de culpa por la humanidad. Pero no es éste Dios el de JHS, sino es el que sufre, siente y gime por la humanidad. Es una pasión de amor. Y la Pasión precede a la Encarnación.

Por qué no quita el mal del mundo, Dominun et vivificantem establece la idea de dios sufriente por las necesidades de la humanidad, es la perfección de un Dios que es amor. No es impasible.

Dios padre está llorando con los que sufren, pero si permanecemos a Él, nos llevará a su victoria.

Tomamos una reflexión de “Siervos y amigos de Jesucristo”

En primer lugar, las "piedras grandes"

Al igual que en Dios toda la obra exterior de la creación mana de su vida íntima, "del incesante flujo de su amor", y así como toda la actividad de Cristo mana de su diálogo ininterrumpido don el Padre, del mismo modo todas las obras del sacerdote deben ser la prolongación de su unión con Cristo. "Como el Padre me ha enviado, así os envío yo", también significa esto: "Yo he venido al mundo sin separarme del Padre, vosotros id al mundo sin separaros de mí".

Cuando se interrumpe este contacto, sucede como en una casa, cuando se va la electricidad y todo se detiene y queda a oscuras, o, en el caso del agua corriente, cuando los grifos dejan de dar agua. A veces se escucha: ¿cómo quedarnos tranquilos rezando cuando tantos necesitados reclaman nuestra presencia? ¿Cómo no correr cuando se está quemando la casa? Es verdad, pero imaginemos lo que le sucedería a un equipo de bomberos que acudiera, con las sirenas encendidas, a apagar un incendio y, al llegar al lugar, se diera cuenta de que no tiene ni una gota de agua. Es lo que nos sucede cuando corremos a predicar o a ejercer otros ministerios vacíos de oración y de Espíritu Santo.

He leído una historia que me parece que se aplica de manera ejemplar a los sacerdotes. Un día, un anciano profesor fue invitado como experto para hablar sobre la planificación más eficaz del propio tiempo a los ejecutivos de grandes compañías estadounidenses. Decidió hacer un experimento. De pie, sacó de debajo de la mesa un gran jarrón de cristal vacío. Tomó después una docena de piedras del tamaño de pelotas de tenis que depositó con cuidado, una por una, en el jarrón hasta llenarlo. Cuando ya no había espacio para otras piedras, preguntó a los alumnos: "Creéis que el jarrón está lleno?", y todos respondieron: "¡sí!".

Se agachó de nuevo y sacó de debajo de la mesa una caja llena de grava que derramó encima de las grandes piedras, moviendo el jarrón para que la grava pudiera penetrar entre las piedras grandes hasta llegar al fondo. "Ahora, ¿se ha llenado?", preguntó. Con más prudencia, los alumnos comenzaron a comprender y respondieron: "Quizá no todavía". El anciano profesor se agachó de nuevo y esta vez sacó un saco de arena, que derramó en el jarrón. La arena llenó los espacios entre las piedras y la grava. Preguntó nuevamente: "Ahora, ¿está lleno el jarrón?". Y todos, sin pensarlo dos veces, respondieron: "¡No!". El anciano tomó una garrafa que se encontraba en la mesa y derramó el agua hasta llenar el jarrón.

Entonces, pregunta: "¿Cuál es la gran verdad que nos muestra este experimento?". El más atrevido respondió: "Demuestra que, aunque nuestra agenda esté totalmente llena, con algo de buena voluntad siempre se puede añadir algún compromiso, algo más por hacer". "No", respondió el profesor. "Lo que demuestra el experimento es que si no se meten en primer lugar las piedras gruesas en el jarrón después no podrán entrar". "¿Cuáles son las grandes piedras, las prioridades de nuestra vida? Lo importante es poner estas grandes piedras en el primer lugar de nuestra agenda?".

San Pedro indicó de una vez por todas cuáles son las grandes piedras, las prioridades absolutas, de los apóstoles y de sus sucesores, obispos y sacerdotes: "nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra" (Hechos 6, 4).

Nosotros, sacerdotes, más que cualquier otro, estamos expuestos al peligro de sacrificar lo importante por lo urgente. La oración, la preparación de la homilía o de la misa, el estudio y la formación, son cosas importantes, pero no urgentes; si se aplazan, en apariencia, no se hunde el mundo, mientras que hay muchas cosas pequeñas --un encuentro, una llamada por teléfono, un trabajito material-- que son urgentes. De este modo, se acaba aplazando sistemáticamente lo importante a un "después" que nunca llega.

Para un sacerdote, poner en primer lugar en el vaso las grandes piedras puede significar concretamente comenzar la jornada con un tiempo de oración y de diálogo con Dios, de manera que las actividades y los diferentes compromisos no acaben ocupando todo el espacio.

Concluyo con una oración del abad Chautard que se encuentra en el programa de estas meditaciones: "Oh Dios, dad a la Iglesia muchos apóstoles, pero suscitad en su corazón una sed ardiente de intimidad con Vos y, al mismo tiempo, un deseo de trabajar por el bien del prójimo. Dad a todos una actividad contemplativa y una contemplación activa". ¡Así sea!

Para nosotros las prioridades son la oración, la eucaristía y la PdD. Son esas grandes piedras que hay que colocar en nuestra vida.

Rm 8,26-27 El papel del SS en la vida de oración, esos gemidos inexpresables, es la oración del SS, es posible conocer, mirar, leer las SSEE, es ese mismo don de Dios que ha hablado siempre, y es la misma expresión de la oración. Es un peregrinaje, desde los grandes hombres, c/ej Abrahán en el caso de Sodoma y Gomorra. Lo que nos interesa es observar la libertad con la que Abrahán habla con Dios. Moisés habla con el Señor intercediendo por su pueblo, Ex 32 y Dt 9, cuando este pueblo es fiel, cuando es tu pueblo y cuando desobedece es mi pueblo. Pero para nosotros algunas veces nuestra oración es impertinente. Cuando el corazón del hombre está sometido a Dios, entonces su oración puede ser confiada a Dios.
En el NT la oración de Jesús el Hijo de Dios que reza, seguramente como judíos ellos en tres momentos hacían la oración del Shemá Israel. Oración que continúa en la Igl como la Liturgia de las horas. La Buena Nueva especial consiste en el hecho de que después de haber visto a los grandes orantes del AT, como don. No es el esfuerzo humano, es Dios que ora en ti y contigo. No hay que ir a las lejanas tradiciones del Oriente y más allá para conocer métodos de oración, ya que dentro de ti, tienes una vena de agua de oración, es el SS, que te invita a unirte a Él para orar.

- A veces nos da un fervor, un gozo en la oración. Muy a menudo luego de recibir una oleada del SS, un fervor a la oración. Sin embargo esto no dura siempre. Lo llamamos sequedad de la oración, ocasionado por el ruido externo. Cuando oramos en tiempo de aridez, Dios se vuelve el que reza y tu el que pide algo. Dios goza el momento de oración de sus hijos. Una relación buena con el Padre. Tú le pides algo a Dios, y Dios te pide que lo aceptes. Tagore: “El mendigo”, que le pides al mendigo.

- En nuestra vida practicamos dos maneras de oración la litúrgica y la privada. Necesitamos un tercer género de oración, personal y comunitaria. C/ej Hch 4: Después de ser amenazados por el Sanedrín, los apóstoles Pedro y Juan, se reúnen en la comunidad, y ellos oran parresía.

Las grandes piedras de nuestra vida, colocarlas en nuestra agenda. En el día oración de la mañana.

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